Fue villa militar desde la Edad Media con la casa de Andrade y hasta su puerto llegaban los peregrinos del Camino inglés. La división de las costas españolas resultó decisiva para Ferrol: es nombrada sede del Departamento Marítimo del Norte y se instalan el Astillero y el Arsenal, con su monumental puerta, a comienzos del siglo XVIII. Del mismo siglo son las iglesias de San Julián, antiguo convento de San Francisco, los Dolores y las Angustias. Y también el trazado geométrico del barrio de la Magdalena, con rectas calles ahora peatonales ––Magdalena, Real, Dolores, María, Galiano–– que se abren a plazas como la de Amboage o la de Armas. Cuenta con numerosas muestras modernistas: Mercado Central, Casa Pereira, Teatro Jofre, Banco Simeón, Hotel Suizo. También abundan espacios para la reunión y el paseo: Alameda de Suanzes, cantón de Molins, jardines de Herrera o parque reina Sofía. Tras éste, siguiendo la calle Espartero, se llega al emplazamiento medieval, cuyas estrechas calles desembocan en la plaza de Ferrol Vello. Buenas vistas de la ciudad desde la ermita de Chamorro, “Nuestra Señora del Nordés”, o el mirador de Ancos en la desembocadura del Jubia, donde se alza el monasterio benedictino de San Martín. Durante siglos, la oficialidad naval determinó el ritmo de una ciudad que ahora cambia vertiginosamente. (c) 2009 Herminia Bevia Villalba
Fueron levantadas entre los siglos XVIII y XIX, la mayoría en el barrio de A Magdalena, centro histórico de la ciudad. La mayoría de las galerías son de madera acristalada pintada de blanco y lucen motivos geométricos en las fachadas. No obstante, a principios del siglo XX se añadieron figuras, rejas de hierro forjado y ménsulas de piedra y figuras modernistas. A su utilidad como mecanismo de protección térmica, se suma el valor compositivo y decorativo. Destacan algunas como la antigua Casa Romero (Banco Simeón ) con miradores circulares y formas curvas y vegetales. En seis calles paralelas y nueve transversales se suceden las galerías, la mayor concentración de toda Galicia. Aparecen otras por la calle del Carmen en dirección a la plaza del Callao. (c) 2009 Herminia Bevia Villalba
Desde la costa asturiana hasta el norte de la provincia coruñesa se extienden, a lo largo de 300 km, las rías de Ribadeo, Foz, Viveiro, Barqueiro, Ortigueira y Cedeira, y en el arco ártabro, las de Ferrol, Ares, Betanzos y Coruña. La zona que abarca desde Coruña a Finisterre, la Costa de la Muerte, incluye las de Corme-Laxe, Camariñas, Lires y Corcubión, vínculo disputado y compartido con las Rías Bajas. El conjunto es muy heterogéneo, aunque la costa cántabra resulta algo menos accidentada que el litoral atlántico. Como fondo, se alternan continuamente montañas y valles fluviales invadidos por el mar. Estos forman protegidas ensenadas, que se combinan con una costa abrupta y de fuerte oleaje. El aislamiento de la Mariña lucense, olvidada largo tiempo por el turismo, ha contribuido a conservar su encanto. El itinerario está lleno de playas y arenales, así como de importantes puertos, entre los que destaca Burela. Las rías siempre fueron fuente de sustento y vía de comunicación. Por ellas llegaron fenicios, celtas, romanos, vikingos, normandos, ingleses, franceses... Algunas paradas obligadas por su interés natural son la playa de las Catedrales, los humedales de Ortigueira y Ladrido, Estaca de Vares, punta Candelaria, y los cabos Ortegal, Prior y Fisterra. (c) 2009 Herminia Bevia Villalba
Las principales son Vilar, la más concurrida por familias, unida en marea baja con la de los Botes y contigua a la de la Fragata; Ponzos con la cala del Casal, donde se practica nudismo; y a continuación Santa Comba con el islote en el que, según la leyenda, encalló en el siglo XI una pila de piedra con una talla en madera de la Virgen. Otras más pequeñas, de rocas o arena menos fina, son Cabaliños, Medote, O Porto, Sartaña y As Fontes, con zona de fondeo. Tras el baño, un paseo hasta la cetárea para reponer fuerzas o el faro para disfrutar de las maravillosas vistas. En las inmediaciones, son muy visitadas las de San Jorge, Esmelle y Doniños. (c) 2009 Herminia Bevia Villalba
En otra época frente a esta costa se pescaban ballenas, que cruzaban estas aguas en los meses de invierno. Más recientemente hubo un asentamiento militar, del que aún quedan restos de antiguas baterías. Los túneles perforan buena parte de la zona, desde cuyo mirador se ofrece una vista espectacular. Muchos practican la escalada en sus cantiles. Está rematado por un faro y delante se elevan los islotes de Os Cabalos. Los acantilados alternan con playas en la parroquia de Covas, así llamada por las múltiples cuevas que horadan el cabo. Hay quien afirma que, debido a la afloración de una corriente polar, aquí se organizan todos los frentes y anticiclones que cruzan el país. (c) 2009 Herminia Bevia Villalba
Mandado construir por Felipe II en el siglo XVI, está situado frente al de la Palma, en la entrada del estrecho estuario y junto a la playa del mismo nombre. Con el de San Martín, ya desaparecido, formaban un triángulo de fuego que protegía la entrada de la ría. Es una obra defensiva hecha de cantería con geometría regular y planta en punta de flecha, dispone de cuatro accesos. En la imponente fortaleza se mantienen el hornabeque central y el foso. Tuvo un papel decisivo en la defensa de Ferrol cuando ingleses y franceses intentaron apoderarse de la ciudad y destruir los astilleros. (c) 2009 Herminia Bevia Villalba
Entre cabo Prior y cabo Prioriño, está situada frente a una laguna de gran interés ecológico cercada por dunas. Abarca desde la punta de Penencia a la del Castro, con calas como la de Lumebó. Junto a la zona llamada de Outeiro se puede practicar el nudismo. Es la playa de Ferrol por excelencia y una de las mejores y más atractivas de la comarca de Ferrolterra. Por ser una playa ventosa y con fuerte oleaje, es frecuentada por los aficionados al surf y el bodyboard. También en el monte Ventoso que la custodia se ha popularizado la práctica del parapente. (c) 2009 Herminia Bevia Villalba
(1 álbum)