La mayor de las provincias gallegas recorre de sur a norte la región autónoma y se extiende desde la Cordillera Cantábrica hasta el mar. Discurre hundida entre dos cadenas montañosas: la primera desde Pedrafita, Incio y Os Ancares a O Caurel; la segunda desde Coba da Serpe a Montouto. Todavía hay más montes al este, en especial los Oscos, en la intrincada frontera con Asturias, y la sierra de Meira, donde nace el Miño, el mayor de los ríos gallegos. Al tocar costa, el territorio se despliega en las tres Mariñas, que abarcan buena parte de las Rías Altas. El escarpado litoral que, “mar por medio”, lindaba antiguamente al norte con Inglaterra, es sólo una modesta parte de su riqueza natural. El interior, una de cuyas características es la dispersión de los núcleos de población, fundamentalmente rurales, engloba una extraordinaria diversidad paisajística: zonas de meseta como Terra Cha, las comarcas de Sarria o Chantada, la Terra de Lemos, Quiroga y la Ribeira Sacra al suroeste, en la frontera geográfica con el Sil y administrativa con Orense. Igualmente, la provincia puede presumir de patrimonio histórico y cultural: desde la capital, la ciudad gallega mas antigua y la única europea que conserva su muralla romana original, a algunos de los mejores castros de Galicia como el de Viladonga; desde construcciones de los primeros años del cristianismo, visigóticas, normandas o prerrománicas a las huellas de invasores del norte y del sur; de poderosas casas nobiliarias como la de Lemos o Pardo de Cela al refugio mindoniense de Cunqueiro. Por no hablar de las múltiples rutas jacobeas que pasan por la provincia; además de la entrada en Galicia (O Cebreiro) del Camino Francés de Santiago, cruzan esta provincia el Camino Primitivo o de Oviedo, el Sur o de invierno y el Camino Norte. Son muchos los lugares de menos renombre que merecen una visita, desde Fonsagrada o Portomarín a Val de Neira. Y una curiosidad: el mayor foco sísmico del noroeste de la Península Ibérica se encuentra en el triángulo formado por Sarria, Becerreá y Triacastela.
(c) 2009 Herminia Bevia Villalba
Ribera Sacra, Ribeira Sacra
Esta región del interior de Galicia abarca 14 municipios de Lugo y Orense. Se corresponde en gran medida con el tramo final del Sil, donde se une al Miño. Ya en 1124 era conocida como Ryboira sacrata por su concentración de cenobios y monasterios, de los que conservan 18, el más antiguo del siglo VI. El recorrido está marcado por las profundas depresiones que forman ambos ríos. Esta orografía favorece un microclima casi mediterráneo, que romanos y monjes ya aprovecharon para el cultivo de la vid. A lo largo de siglos, los bancales han remodelado las vertientes, pero el aislamiento ha mantenido casi intacta la zona. La mejor manera de conocer sus vericuetos es una excursión en catamarán por los cañones. La otra opción es la carretera con impresionantes miradores que bordea el Sil. La vegetación está compuesta por robles, castaños, abedules, cipreses, alisos... El colorido cambia con las estaciones y se imponen varios viajes para disfrutarlo. Además de historia, cultura y paisaje, está el paisanaje guardián de los secretos de este paraíso. Hay que acudir a algún mercado o feria de ganado: casi todos cuentan con sus pulpeiras ambulantes y es el lugar perfecto para probar el vino de la zona. (c) 2009 Herminia Bevia Villalba
Los Ancares (Os Ancares)
La cordillera abarca desde Lugo al Bierzo y el límite con Asturias. El camino tradicional en Galicia parte de Becerreá. La parte lucense es la mejor preservada desde el punto de vista natural, pero también la más abandonada. La dureza de las condiciones de vida se ha aliviado bastante, pero algunas aldeas todavía quedan aisladas en invierno. Toda la zona sigue transmitiendo una misteriosa sensación de soledad y lejanía, e incluso los osos han vuelto a colonizarla. Retamas y brezos cubren las laderas y torrentes y ríos salpican interminables bosques de coníferas, robles, hayas, abedules, enebros, fresnos, tejos, acebos, alisos... Es Reserva Nacional de Caza y abundan jabalíes, lobos, zorros, corzos, rebecos, perdices, urogallos. Desde los picos ––Pena Rubia, Tres Bispos, Cuiña, Corno Maldito–– se divisa el macizo montañoso con sus circos glaciares. Uno de los municipios importantes es Cervantes y cerca están Doiras, con mazo y castillo medieval, y Degrada, con albergue y centro de interpretación. Otro atractivo, desde el punto de vista etnológico, son las primitivas pallozas con techos de paja en sitios como Balouta, Pando, Vilarello de Donís o Piornedo. En la parte leonesa destacan la localidad de Suárbol y el valle de Burbia. (c) 2009 Herminia Bevia Villalba
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Cañones del Sil (canóns do Sil)
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En el río, que baja de los montes de León y limita Lugo y Orense, hubo en época romana extracción de oro. La perforación en el siglo II de Montefurado para desviar el cauce data de esa etapa. Desde el siglo XII, aquí se instalaron cenobios y monasterios que iban desde el Bierzo hasta el mar. Entre gargantas y tajos con plegamientos y fracturas, que alcanzan casi los 300 m de desnivel, el Sil se suma al Miño en Peares. Desde Monforte, tras una parada en Santa María de Proendos, una de las más antiguas de Galicia, se llega a los miradores de Boimente, Cadeiras y Lobios con iglesia del siglo XIII levantada sobre un emplazamiento visigodo. Grandes lomas de esquistos y vetas de granito dan sustento a las vides en la cercana Doade. En Cabezoas y Castro Caldelas se encuentran otros dos de los seis miradores. La ruta que pasa por Ferreira de Pantón y la iglesia de San Miguel (“O Mosteiro”) lleva hasta San Esteban de Sil, monasterio benedictino del siglo VI. En Parada de Sil encontramos uno de los miradores más famosos: Os Balcons de Madrid. En las inmediaciones están Quiroga y Ribas do Sil, con la iglesia de Santa Cristina del siglo XII. (c) 2009 Herminia Bevia Villalba
Ribadeo
La Puerta Norte de Galicia, unida a Asturias por el puente de los Santos, fue plaza fortificada asaltada repetidamente por ingleses y franceses, como demuestran los restos del castillo de San Damián. Aunque se han encontrado restos prehistóricos, castros y joyas celtas, la historia documentada comienza en 742. En el casco urbano destacan algunas casas con blasones, el palacio del marqués de Sargadelos, actual Ayuntamiento, y la modernista Torre de los Moreno. En el barrio de Mirasol se encuentra el puerto industrial y en Porcillán, de creación romana, el deportivo. Las iglesias más importantes son la de San Francisco, Santísima Trinidad (capilla de la Atalaya), Virgen del Camino y Santa Maria del Campo, perteneciente a un antiguo convento del siglo XIII. Otro edificio interesante es el convento de Santa Clara fundado en el siglo XI. En la aldea de Arante hay una bonita capilla con frescos. Camino del faro, enclavado en isla Pancha, encontramos Pena Furada. En la costa son parada obligada el pueblo de Rinlo y la playa de las Catedrales. La carretera que bordea la ría y conduce a Los Oscos, permite disfrutar del amplio humedal declarado Zona de Especial Protección de Aves: un espectáculo para los amantes de las especies migratorias. (c) 2009 Herminia Bevia Villalba
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Villalba
El Camino Norte a Santiago atraviesa esta antigua villa fortificada, anteriormente conocida como Santa María de Montenegro en el siglo VI y Vilarente en el XII. La antigua fortaleza fue dos veces destruida durante las revueltas irmandiñas del siglo XIV, levantamientos campesinos contra los abusos de la nobleza y el clero. El único vestigio que queda en pie es un torreón octogonal, antigua torre del homenaje, hoy restaurado y unido al Parador. Desde la Porta da Cima se llega callejeando a la plaza de Santa María, donde se encuentra la iglesia del mismo nombre, y a la rúa do Sol. El lugar más popular de recreo es A Madalena, un paseo fluvial con molinos y la capilla de San Lázaro. Posee, además, importantes restos megalíticos, castros y cruceros. También aparecen muestras de arte religioso en las parroquias próximas: iglesias de Samarugo, San Simón da Costa, San Mamede, así como abundantes panteones neogóticos típicos de Terra Chá, en especial el de San Lourenzo de Árbol. La sierra do Xistral, que separa esta región del mar, es un espacio natural protegido con hermosos bosques y grandes manadas de caballos libres. Otro monte cercano es Monseivane, el mejor mirador natural de la comarca, donde se celebra otra conocida rapa das bestas. En la zona, famosa por sus capones alimentados a mano, hay manantiales mineromedicinales. (c) 2009 Herminia Bevia Villalba
Monasterio de San Xulián de Samos
Lo más destacable de este monasterio benedictino es su historia. La Real Abadía de San Julián y Santa Basilisa, fundada en el siglo VI, acogió a los monjes que huían del dominio islámico en el sur de España y a los peregrinos del Camino de Santiago. Tras un incendio en el siglo XVI, fue rehecho un siglo después sobre el antiguo convento románico de la misma congregación. Se conserva la capilla del Salvador, visigoda o mozárabe del siglo X, y algunos otro elementos como una de las puertas de la vieja iglesia. Se compone de dos edificios con claustros independientes y torreones cuadrados. En su escuela monástica fueron educados reyes desde la Edad Media y en el siglo XVIII estudió aquí el padre Feijóo. A finales del siglo siguiente tuvo que ser restaurado a causa de otro incendio, que arrasó la valiosa biblioteca. (c) 2009 Herminia Bevia Villalba
O Cebreiro
O Cebreiro se encuentra entre los Ancares y O Caurel, rodeado de picos que rondan los 2.000 m. Aunque de origen anterior, esta localidad creció gracias a las peregrinaciones a Santiago. La iglesia de Santa María la Real, fundada por monjes benedictinos en el siglo IX, es el edificio religioso más antiguo y uno de los mejores ejemplos de prerrománico gallego. Aquí se produjo, según la leyenda, el milagro del Santo Grial, en el que se inspira Parsifal de Wagner. En una de sus pallozas, construcciones de origen celta, se puede visitar un museo etnográfico. Hay que probar el queso de la localidad y visitar la iglesia de San Esteban en el cercano Liñares.(c) 2009 Herminia Bevia Villalba
(1 álbum)
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