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Surge en el vértice de la ría
compartida con Muros, donde ésta se une a la desembocadura del río
Tambre. La villa amurallada con doce puertas, importante astillero y
puerto natural de Santiago hasta el siglo XVI, fue bautizada la “pequeña
Compostela” por el conocido geógrafo y novelista gallego Otero Pedrayo.
Recuerdos de su pasado señorial son las viejas casonas góticas próximas
a la plaza do Tapal, la Fortaleza y el Hospital de Adentro (Casa de
Gramática). Además de iglesias, como la de San Martiño, con portada que
imita el Pórtico de la Gloria, o la del convento de San Francisco, lugar
de sepultura de distinguidos caballeros. Por el contrario, la iglesia de
Santa María a Nova vela el descanso de peregrinos, mercaderes y
artesanos en mitad de un antiguo cementerio. Otro de los puntos
distintivos de Noia son los soportales y casas marineras del Curro. Y
famosas son sus empanadas-tortilla: con sardinas y berberechos,
zamburiñas, calamares, bacalao... Lo mejor es probarlas durante el
concurso de empanadas de las fiestas patronales de San Bartolomé o en la
romería al monte San Lois. (c) 2009 Herminia Bevia Villalba |
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Se dice que en el
cementerio medieval de Santa María se sepultaba con tierra traída de
Palestina. La iglesia contiene un museo en el que se exhiben algunas
laudas gremiales (lápidas funerarias) de las quinientas recuperadas en
el camposanto, la colección más importante del mundo. En ellas, a modo
de primitivos iconos, los símbolos sustituyen a los nombres. Es un
testimonio más de que fue hogar de marineros, canteros, sastres,
curtidores, carpinteros, entalladores, doradores, plateros, zapateros.
Los emblemas de las asociaciones artesanales también aparecen en el
vecino pueblo de Muros. (c) 2009 Herminia Bevia Villalba |
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